Los Eurocodes, o Eurocódigos en su denominación española, son una serie de estándares pensados para proporcionar unas reglas de diseño armonizadas a la ingeniería y a la construcción de edificios en el marco de la Unión Europea. Cubren un total de 10 áreas: bases de diseño estructural; acciones sobre las estructuras; estructuras de hormigón; de acero; estructuras mixtas de acero y hormigón; estructuras de madera; estructuras de fábrica; diseño geotécnico; diseño sísmico; y estructuras de aluminio.

Su propósito es triple. Por una parte, armonizar el mercado de productos de construcción y servicios de ingeniería. Por otra demostrar el compliance de las obras de construcción con los requisitos especificados de resistencia mecánica, estabilidad y seguridad en caso de incendio. Y, por último, pero no menos importante: proporcionar una base para especificar contratos para obras de construcción y servicios relacionados.

La conexión ambiental

Aunque a priori, los conceptos implícitos en los Eurocódigos pueden parecer de carácter puramente técnico, también existe una importante dimensión medioambiental que merece ser destacada. En efecto, estos estándares nos hablan de robustez, de seguridad, de confianza, de calidad, pero también de durabilidad y de la evalución del coste del ciclo de vida.

En este sentido un concepto principal de los Eurocódigos es el Design working life que se podría traducir aproximadamente como “vida útil del diseño” y que se define como el  período en el que  se supone que una estructura se va a utilizar, aplicando el mantenimiento necesario, pero sin que sean necesarias reparaciones importantes. Respecto a la durabilidad, este concepto implica, entre otros aspectos, considerar las influencias del medio en la estructura y también escoger muy bien la composición, propiedades y rendimiento de los materiales de construcción.

El documento The European Construction Sector, publicado por la Comisión Europea, confirma la conexión entre la estandarización y el medio ambiente. En concreto señala que  “los estándares europeos  proporcionan herramientas para evaluar e informar sobre el comportamiento de los edificios en la sostenibilidad social, económica y ambiental cubriendo todo el ciclo de vida”. Incluso cita de manera concreta los Eurocódigos “y su importante papel”. Indica, en este sentido, que “la próxima generación de Eurocódigos también cubrirá el ámbito del vidrio estructural, nuevos requisitos de rendimiento y diseño de métodos, y la evaluación, reutilización y rehabilitación de estructuras existentes, así como como requisitos de robustez mejorados”. Un impacto que, sin duda, incluye el concepto de la circularidad a través de la reutilización y rehabilitación.

Otras ventajas

Los Eurocódigos son un instrumento más para apoyar la política de la Comisión para hacer realidad  la libre circulación de personas, bienes y servicios, en este caso los relacionados con la construcción.

Conseguir un nivel más uniforme de seguridad y rendimiento en las construcciones de toda la Unión Europea contribuye  a un entendimiento común entre propietarios, operadores y usuarios, diseñadores, contratistas y fabricantes dentro del sector. Facilita, además el intercambio de servicios de construcción y la comercialización y el uso de componentes estructurales, kits, materiales y productos de todo tipo, así como el desarrollo de software e instrumentos de diseño comunes

En definitiva los Eurocódigos sirven para la competitividad de las empresas europeas de ingeniería civil, contratistas, diseñadores y fabricantes de productos para la construcción.

Proceso largo y abierto

Los Eurocódigos tienen una larga historia.  Fue en 1975 cuando la Comisión Europea les dio el primer impulso. El objetivo en aquel entonces era eliminar los obstáculos técnicos al comercio y la armonización de las especificaciones técnicas, siguiendo el espíritu del Tratado de Roma de 1957 que dio origen a la entonces llamada Comunidad Europea.

A partir de ahí empezó un arduo trabajo técnico que dio sus frutos en 1984 con los primeros Eurocódigos, pero no sería hasta 1992 cuando empezarían a ser publicados por el Comité Europeo de Estandarización, una tarea que no terminaría hasta 2007. Este largo proceso fue reforzado por distintas directivas y por mandatos de la Comisión Europea.

Hemos dicho “terminaría”, pero en realidad los Eurocódigos no están fijados de manera definitiva, se encuentran en evolución constante  para abordar la variedad de nuevos métodos, materiales, requisitos normativos, así como nuevas necesidades sociales en desarrollo con el fin de ampliar su misión de armonización.

Ya en aquel entonces se pensó que, en una primera etapa, estas normas técnicas sirvieran como alternativa a las normas nacionales vigentes en los Estados miembros y, en última instancia, los reemplazaría, algo que en 2022 todavía no ha sucedido.  En cada país su uso se encuentra en una fase distinta.

En el caso de España, por ejemplo, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana describe en su web en qué situación se encuentran los Eurocódigos en nuestro país.  La implementación de cada una de las partes de los Eurocódigos tiene 3 fases: período de traducción, período de calibración, y período de coexistencia.  La información no acaba aquí, también es posible conocer al detalle (última actualización a mediados de 2021) en qué punto se encuentran cada una de las partes de los 10 Eurocódigos en España