El concepto de casa pasiva, Passivhaus o Passive House lleva desde mediados y finales de los años 70 tomando fuerza en el contexto de la arquitectura. Concretamente la primera referencia del uso del término pasivo, en relación con este tipo de preocupaciones bioclimáticas, se relaciona con la publicación en 1979 de The Passive Solar Energy Book: A complete guide to passive solar home, greenhouse and building design, de Edward Mazria.

El autor de este tratado es un arquitecto, divulgador e investigador internacionalmente reconocido, cuyo trabajo está fuertemente ligado con la sostenibilidad, la resiliencia y la eficiencia energética en la edificación. Entre sus proyectos más recientes, Mazria es el fundador de Architecture 2030, organización que trabaja por una edificación libre de carbono y la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Puedes conocer más acerca de sus orígenes en nuestro artículo acerca de la historia de las Passive House.

¿Qué es una casa pasiva, Passivhaus o Passive House? ¿Cuáles son las principales características que definen este tipo de proyectos? ¿Nos estamos acercando realmente a la concepción de viviendas más eficientes y sostenibles?

Los principios fundamentales de una casa pasiva o Passive House

La función más básica, principal y primitiva (en el mejor sentido del término) de un edificio o una vivienda es la de servir de refugio. Nos cobija de las inclemencias externas y debe crear un ambiente interior lo más confortable posible. Para ello, contamos con sistemas de calefacción y refrigeración. No obstante, el “acondicionamiento natural” de ese recinto, traducido en la conservación y el aprovechamiento de la energía, es fundamental para conseguir un edificio que combine respeto y equilibrio medioambiental con el confort y el bienestar de sus residentes. Diseño, funcionalidad, eficiencia energética, sostenibilidad y salud son algunas de las claves que persigue la construcción de viviendas pasivas.

¿Cuáles son las claves que definen la casa pasiva? La Plataforma de Edificación Passivhaus divide las características más significativas de este tipo de construcción en cinco aspectos. Los cuales están íntimamente relacionados y dependen los unos de los otros para garantizar la adecuada habitabilidad del recinto en términos de sostenibilidad y eficiencia energética.

  • Gran aislamiento térmico: en una edificación pasiva es fundamental que la envolvente se encuentre altamente protegida. Por ello, los elementos que la componen deben presentar una baja transmitancia térmica. Es especialmente significativo tener en cuenta que, dependiendo del clima del lugar donde se ubique el edificio, se puede optimizar el espesor de dicho aislamiento atendiendo a los criterios de eficiencia energética. Existen soluciones de construcción vanguardistas en este sentido, como el primer sistema de fachada completo Knauf AQUAPANEL® con certificado Passive House: en colaboración con Knauf Insulation y SIGA. Gracias a su reducido espesor, la tecnología AQUAPANEL® permite obtener una ganancia de entre un 3% y un 8% de superficie útil interna.
  • Ventanas y puertas con altas prestaciones que garanticen una elevada protección: los “huecos” de los edificios son zonas muy sensibles de la envolvente. Su ubicación durante el proceso de diseño, los materiales escogidos y su adecuada instalación es muy importante.
  • La ausencia total de puentes térmicos: no solo hay que controlar las pérdidas y ganancias de energía a través de paredes, suelos, techos o tabiques… sino también las producidas por puentes térmicos ya sean debidos a un cambio en la geometría de la envolvente o un cambio de materiales. Una temperatura irregular en determinados puntos de la edificación junto con la aparición de moho y humedad son algunos de los síntomas más evidentes de un deficiente aislamiento y de la aparición de puentes térmicos.
  • Gran hermeticidad del aire: es importante apostar por sistemas que incorporen, por ejemplo, membranas herméticas al aire interior y cinta de sellado de alta calidad para evitar las exfiltraciones e infiltraciones. En un edificio convencional, que no atiende a los estándares Passivhaus, las corrientes de aire que se cuelan a través de ventanas o grietas no solamente impiden el confort. También pueden contribuir con la aparición de procesos de condensación.
  • Ventilación mecánica con recuperación del calor: no solamente generan calor los aparatos y dispositivos eléctricos en el interior de una vivienda. Lo seres humanos que ocupan ese espacio también lo desprenden. Un sistema de ventilación eficiente y saludable ha de ser capaz de reaprovecharlo: precalentar el aire limpio entrante antes de expulsar el aire viciado. Y la cantidad de energía que realmente necesitaríamos para mantener un espacio a la temperatura adecuada es mucho menor de lo que imaginamos y a lo que estamos acostumbrados en edificios convencionales.

El estándar Passivhaus o Passive House

Como hemos observado, la eficiencia energética es una de las claves más significativas de la casa pasiva. No obstante, hemos de tener presente que existe un estándar muy exigente a nivel internacional que certifica que, tanto los elementos y sistemas de construcción como los propios edificios, alcanzan o no las condiciones necesarias y específicas Passive House.

Hablamos del estándar Passive House (o Passivhaus) otorgado por The Passive House Institute (PHI), institución independiente fundada a finales de los años 90 por el físico Wolfgang Feist y Bo Adamson, ingeniero sueco y profesor de la Universidad de Lund. Su proyecto piloto (Kranichstein Passive House de Darmstadt, Alemania, 1990) fue la primera casa plurifamiliar habitada de Europa que logró un consumo de energía de calefacción documentado de menos de 10 kWh / (m²a).

Desde entonces, este Instituto ha asumido una posición de liderazgo con respecto a la investigación y el desarrollo de conceptos y componentes de construcción, herramientas de planificación y control de calidad para edificios eficientes energéticamente.

Dicha certificación, como podemos deducir de los puntos anteriormente desglosados, se otorga ante la probada existencia de un gran aislamiento térmico, la ausencia de puentes térmicos, la calidad máxima del aire interior, el control de las infiltraciones y el aprovechamiento de la energía solar, entre otras especificaciones. Todo ello permite concebir edificios que alcanzan una reducción de hasta en un 90% del consumo energético respecto a la construcción tradicional.