Las Carolinas podría ser el nombre de una urbanización, pero en realidad se trata de su antítesis. Es el nombre del primer edificio que sigue el modelo de vivienda colaborativa en derecho de uso de la ciudad de Madrid.

Situado en el distrito de Usera, Las Carolinas es también uno de los cuatro proyectos de esta tipología que  impulsa la cooperativa Entrepatios  en la capital. Todos ellos apuestan por un modelo alternativo de vivienda en el que la sostenibilidad social y la ambiental son prioritarias.

Iñaki Alonso, arquitecto y cofundador de sAtt y promotor de covivienda (también denominada con el anglicismo cohousing) explica de forma sencilla la diferencia entre este modelo y el convencional: “el tema clave es la propiedad colectiva ya que la cooperativa posee el edificio y por tanto cada cooperativista es copropietario del inmueble. El objeto de propiedad es el edificio y no los pisos. Las cooperativistas viven en ellos a través del derecho de uso”. El derecho de uso se adquiere con el pago de acceso a la cooperativa.

CREANDO COMUNIDAD

Esta opción era hasta ahora bastante desconocida en España, donde existen apenas 200 viviendas integradas en cooperativas de este tipo. En cambio, tiene una larga tradición en países europeos, como Dinamarca, y también en América, concretamente en Uruguay y en Canadá.

Pero ¿qué implicaciones tiene el modelo? La primera y quizá la más importante es que ofrece las condiciones para crear una auténtica comunidad.  “Si cada uno pudiera vender su piso en el mercado ello significará que podrían acceder personas que no participarían de la cooperativa ni de su ideal”, subraya Iñaki Alonso.

Este ideal se basa en la creación de lazos de solidaridad y de cooperación entre los vecinos y es otra de las diferencias con la vivienda convencional. “Aquí se generan relaciones de apoyo mutuo y de cuidado que tratan de sacar a la gente del puro individualismo y de una de sus consecuencias: la soledad”. El arquitecto de sAtt   recuerda que la Organización Mundial de la Salud ha definido a la soledad “como una de las pandemias del siglo XXI”

El sentido comunitario se percibe en aspectos prácticos de la vida cotidiana. A título de ejemplo, existe un grupo de consumo que lleva a cabo una compra colectiva de comida ecológica y los servicios de Internet también se han contratado en conjunto, lo que supone en este caso un gasto de 3 euros y medio por hogar.

Además, se han puesto en marcha mecanismos de resolución de conflictos. “Con ello se ha buscado salir de la dinámica de las típicas comunidades de vecinos en una especie de contrato social y sustituir el enfrentamiento por la cooperación”, comenta Iñaki Alonso

Este modelo no sería viable sin una dimensión participativa que ya funcionó perfectamente durante la elaboración del proyecto. De hecho, Las Carolinas fue posible en buena parte gracias a un proceso de cocreación con la participación de los socios de la cooperativa en 21 talleres.  Iñaki Alonso recuerda que sirvieron para tomar decisiones relevantes “como poner una corrala orientada al sur, entre otros aspectos arquitectónicos y estéticos”. Naturalmente, los arquitectos trasladaron los requerimientos al proyecto.

CERO EMISIONES DE CO2

La sostenibilidad ambiental es el otro gran pilar de las iniciativas de la cooperativa Entrepatios.  El primer dato relevante en el caso de Las Carolinas es que este edificio no tiene emisiones de CO2 en su uso y ha compensado las emisiones de su proceso de construcción: es un edificio CO2 nulo.

Esto se ha logrado por distintas vías. Primero, procurando moderar el consumo de energía gracias a un diseño bioclimático (orientación sur, protección de ventanales) y siguiendo criterios passivhaus (estanqueidad, ventilación mecánica con recuperadores de calor).

Iñaki Alonso explica que “el edificio cumple con todos los criterios, pero la comunidad ha decidido de momento no obtener la certificación, simplemente porque ha considerado que ahora mismo existen otras prioridades de gasto”.  Al optar por el diseño pasivo se ha conseguido que las demandas de energía estén por debajo de 15kwh/m2 (tanto calefacción como refrigeración). “Claro está, hay sistemas activos como la calefacción, pero se ha encendido poco este invierno y eso que ha sido bastante frío”, comenta el arquitecto.

La segunda vía para reducir emisiones ha sido la producción de energía en el inmueble. Se generan 32 kWp de energía fotovoltaica in situ, que cubren el 80% del consumo y el resto se ha contratado a una comercializadora de energía 100 % renovable, la sociedad cooperativa eléctrica La Corriente.

Por si esto no fuera suficiente la cooperativa Entrepatios ha calculado la huella de carbono del edificio 1,300 tn -teniendo en cuenta la fabricación de los materiales, su traslado y la construcción-  y la ha compensado con tres programas: uno de reforestación en Guadalajara, otro de energías renovables en Namibia y otro de biodiversidad en Kenia.

La sostenibilidad ambiental no se detiene en la energía. Los materiales de construcción son otro aspecto que considerar. En este sentido, Iñaki Alonso precisa que la cooperativa “busca materiales de bajo impacto ambiental y saludables que no tengan elementos tóxicos como los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) y uno de nuestros proveedores para los proyectos es Knauf porque ofrece materiales sostenibles, con sus respectivas declaraciones ambientales de producto, que es precisamente lo que buscamos”.

¿HAY FUTURO?

La cooperativa Entrepatios quiere impulsar este modelo para que se replique a medida que se vaya demostrando su viabilidad. Iñaki Alonso considera que, para conseguir este objetivo, es necesario el apoyo de las administraciones con la generación de derechos de superficie sobre suelo público y fiscalidad verde, además de otras medidas. “En ciudades como Barcelona se ha generado un clima administrativo más favorable, de modo que con 10.000 euros ya es posible formar parte de un proyecto como este. En Madrid se necesitan ahora unos 8     0.000 euros”, indica.

“Hemos hecho un edificio que no genera emisiones y creemos que no deberíamos pagar los mismos impuestos que un edificio convencional”, añade Iñaki Alonso.

Sin duda otro tipo de vivienda es posible, pero ¿cómo excepción o cómo auténtica opción? Para el arquitecto de sAtt esta es una pregunta clave. La respuesta está en otros países como Dinamarca, allí la administración lo apoya sin ambages y el modelo ha desarrollado con amplitud. En España se construyeron 70.000 viviendas en 2020 de las que sólo unas 30 o40  corresponden a cohousing. “El modelo tiene sentido cuando se  puede escalar, si no queda como una anécdota y eso no mueve conciencias”.

Iñaki Alonso quiere dejar claro que “no se trata de sustituir un modelo por el otro sino de generar una diversidad de modelos de vivienda que se pueda adaptar a una diversidad de personas”. La verdad es que la covivienda se adapta muy bien a una sensibilidad creciente en la sociedad por la sostenibilidad en sus distintas dimensiones.