SUMA Arquitectura, estudio con sede en Madrid y creado por Elena Orte y Guillermo Sevillano, es uno de los nombres más prometedores del panorama arquitectónica español actual.
La experimentación material y la búsqueda de nuevas fórmulas y estrategias para generar proyectos son ejes clave del sentido de innovación que plantean con su trabajo, sostenido por una actitud enérgica e inquieta.
Sus dos proyectos más recientes, construidos en madera contralaminada, son la Biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona y el edificio de viviendas OUR SHELVES HOUSES en Madrid. Ambos ponen de manifiesto que el buen uso del material visto, afrontado casi desde la perspectiva de un ebanista, es capaz de lograr arquitecturas formal y espacialmente innovadoras y cuidadosas para el habitante y el usuario.
La madera es un tema fundamental a la hora de abordar vuestra arquitectura. Es un material con el que comenzasteis a trabajar cuando elaborasteis vuestra propuesta para un concurso convocado para la construcción de una biblioteca en Fuerteventura.
Guillermo Sevillano.- Así es. La formación sobre la madera que recibimos en nuestros años de estudio en la escuela de arquitectura fue mínima. Ese concurso que ganamos para construir esa biblioteca en Fuerteventura una propuesta blanca, muy mínima, algo aséptica nos llevó al descubrimiento de la madera blanca contralaminada como solución clave.
Elena Orte.- Lo descubrimos mientras estábamos desarrollando el proyecto básico.
G.S.- Esto nos llevó a un conocimiento del material y técnicas constructivas que nos hizo presentar al Cabildo de Fuerteventura la propuesta de emplear este material para el edificio. Les expusimos las ventajas y desventajas y, tras su aceptación, desarrollamos la totalidad del proyecto en madera.
E.O.- Sin embargo, finalmente, al llegar al momento de la ejecución de obra, que ya no quedó a nuestro cargo, el proyecto quedó totalmente desvirtuado y se remplazó la madera por hormigón.
No obstante, ese fue el punto de partida que tuvo su continuación en la que fue vuestra primera casa-estudio.
G.S.- Fue un proyecto que hicimos para una empresa familiar. Nuestra labor fue la gestión de dicho proyecto: buscar el suelo, gestionar la contratación de obras, proyecto, desarrollo…Una labor que aprovechamos como oportunidad para seguir indagando en la construcción en madera.
E.O.- Durante el trabajo en el proyecto para Fuerteventura nos dimos cuenta de que era un material muy coherente con nuestra forma de diseñar y de entender la arquitectura por el modo en que se trabaja y la continuidad que consigue en el espacio, cómo se trabaja con ella a nivel estructural, las cualidades arquitectónicas que aporta, su sostenibilidad…Toda una serie de factores en los que continuamos investigando y entendiendo cada vez mejor.
Para nosotros supuso un total descubrimiento porque en aquel momento apenas se trabajaba con madera y, como hemos señalado antes, durante la escuela no tuvimos la menor formación en estructura de madera masiva. Una cosa es estudiar las estructuras de madera que antaño se utilizaban para construir, empleando directamente los troncos, y otra el uso de una madera tecnificada como la de hoy. Tampoco nadie a nuestro alrededor trabajaba con ella.
Esa afinidad que descubrimos fue lo que nos llevó a ir adoptándola y que llegara a tomar tanto protagonismo en nuestra arquitectura hasta el punto de que casi puede decirse que es la única parte conocida de nuestro trabajo, que en realidad abarca más facetas e inquietudes.
¿El hecho de que no hubierais recibido ningún tipo de formación hizo que, de alguna manera, la madera os pusiera en la situación de volver a aprender a hacer arquitectura cuando llevasteis a cabo esa construcción de vuestra casa-estudio?
G.S.- Una ventaja de esta tecnología es que es muy afín al modo en que los arquitectos tendemos a entender el espacio, a configurarlo e incluso a trabajar en maquetas. Fabricar una casa en madera contralaminada es como hacer una gran maqueta. Hay una relación muy clara, muy directa, entre la forma, el espacio y la estructura, y esto es algo muy satisfactorio, puesto que al final estás definiendo el espacio, configurándolo de una sola vez y resolviendo ya los problemas portantes de la estructura. De ese modo se está ya trabajando directamente con ella, de manera deja de ser esa capa del proyecto que el arquitecto delega en los ingenieros porque no la controla. Al contrario, nosotros intentamos gestionar su control porque finalmente la propia estructura es la forma y el espacio de la casa. Por eso es precisa esa relación muy directa con cada paso del diseño y decisión que se toma sobre la estructura. para así poder llegar al resultado que estamos buscando.
Por otro lado, la madera no es un material muy abstracto que exija un elevado grado de conocimientos técnicos. La forma de usarlo es muy afín, las continuidades que permite, cómo se resuelven la mayor parte de encuentros…todo esto hace finalmente de él un material muy sencillo y satisfactorio. Su alta sostenibilidad, valores hidrotérmicos, la convivencia…son otras cualidades que suman en el uso cotidiano de la madera.
E.O.- En esta vivienda aprendimos a trabajar con las uniones ocultas, manejando la madera a la manera de un ebanista. Otro descubrimiento tuvo que ver con la iluminación, puesto que construyendo en madera ya no cuentas con paredes blancas en las que se refleja la luz. La luz se refleja de manera distinta en la madera y ese tono amarillento que esta le da resulta muy cálido, aunque también es necesario saber cómo modularla bien.
G.S.- La iluminación es un elemento de orden estético que llega al final. Hay también muchos otros aspectos que hemos ido observando y sobre los que hemos ido aprendiendo a través de la experiencia. Por ejemplo, que la falta de peso en la estructura se traduce en déficit de aislamiento acústico.
La tipología habitual de la madera contralaminada consiste en hacer una caja, cuatro paredes rematadas por un techo, y que es una solución muy estable, pero que nosotros no hemos aplicado nunca. Hemos utilizado otras tipologías en todos aquellos proyectos que hemos construido utilizando madera contralaminada; tipologías muy abiertas y con secciones muy esbeltas, gracias en parte a la osadía del consultor con el que trabajamos, pero que a veces se traduce en una sensación de rigidez en la estructura que puede resultar algo inquietante debido a la relación entre cargas vivas y muertas, ya que en el caso de la madera, al ser tan ligera la estructura, cuando una persona está caminando sobre ella resulta un peso mucho más impactante que el que sería sobre un forjado de hormigón tradicional. Cuestiones de este tipo se notan y, a ello hay que agregar el hecho de que nuestra cultura sobre las formas de habitar no está acostumbrada a ese tipo de convivencias.
¿Observáis si se está produciendo algún cambio en lo relativo a la formación sobre el uso de la madera en las escuelas de arquitectura hoy en día? ¿Hay países que estén marcando la pauta sobre la investigación constructiva en madera?
G.S.- Compruebo que los estudiantes plantean cada vez más proyectos en madera.
E.O.- La escuela de Madrid está ofreciendo actualmente un máster específico sobre madera y en el IACC de Barcelona, donde nosotros somos docentes, se trabaja mucho con ella, animando a construir con él por sus múltiples ventajas. Mi impresión es que es un tema que tiene mayor presencia en la escuela de arquitectura de Barcelona que en la de Madrid.
G.S.- La escuela de arquitectura de la Universidad de Navarra tiene la Cátedra Madera.
El conocimiento y la cultura existente alrededor de la madera tienen que ver principalmente con el desarrollo de la industria local en relación con la explotación forestal. Escandinavia, Alemania y Austria, que son zonas con grandes bosques, tienen una industria maderera muy desarrollada y, consecuentemente, muy instaurada esta cultura en su arquitectura. Los estudiantes de aquellos países lo absorben por inmersión en el entorno, además de recibir cursos específicos que ya quisiéramos tener en nuestras universidades.
En España estamos muy rezagados respecto a estos países. Hubo una tradición maderera muy fuerte hace siglos, cuando casas, barcos…se construían en este material. La Revolución Industrial se llevó esto por delante y ese tiempo en que, como reza esa conocida afirmación, una ardilla podía cruzar el país entero saltando de un árbol a otro y había una demanda de madera, llegó a su fin. Los entornos rurales viraron hacia la explotación agraria y, como consecuencia de ello, los bosques se han perdido.
¿Sería viable un incremento notable en la construcción de madera o supondría un riesgo para el medio ambiente?
E.O.- Representaría un gran problema a nivel general debido a que no hay suficiente suministro como para que se convirtiera en el sustituto de todo lo que se construye hoy en ladrillo y hormigón.
G.S.- El porcentaje de construcción en madera en España apenas roza el 2%, pero en otros países, como Francia, donde el desarrollo en este campo es algo mayor, es del 5%. Los porcentajes son ínfimos. El paso al 100% sería complicado porque es una industria con una capacidad de reacción larga. Los árboles tardan un tiempo en crecer, hay que asegurarse que la explotación que se realice sea sostenible y no se dañe al medio ambiente. Es algo que deberá ser progresivo.
Lo que sí se constata es que hay un interés político a todos los niveles para incentivar la construcción en madera, comprendiendo que implica el desarrollo de bosques y su explotación, es decir: el desarrollo rural, y con ello todas las ventajas que este aporta al medio ambiente.
E.O.- Es un material circular en cuanto mejora no solamente el edificio construido en sí, sino también todo el entorno. Se trabaja su procedencia, su colocación en el edificio, su posible reciclaje posterior…Es decir, establece un círculo cerrado donde todos los agentes implicados y factores que influyen a lo largo de todas las fases del proceso son beneficiosos para el medio ambiente.
G.S.- Es un círculo lleno de ramificaciones positivas.
Respecto a la madera contralaminada, los únicos aspectos que pueden resultar hasta cierto punto perjudiciales para el medio ambiente son los adhesivos, aunque cada vez se producen con menor impacto ecológico, así como los problemas de disponibilidad, que en nuestro caso nos han obligado a traer la madera de Austria en todos los proyectos que hemos construido con este material.
E.O.- Pero se ha debido al hecho de que es España es aún algo incipiente. Ahora sí hay ya varias industrias establecidas operando.
G.S.- La madera laminada tiene una tradición algo más larga, pero no la contralaminada, al requerir de otros recursos que es más dificultoso encontrar. Sin embargo, que sea un material tan ligero, fácilmente empaquetable y transportable, supone que, para un proyecto como nuestra casa-estudio, baste únicamente contar con dos camiones, lo que no representa un considerable impacto.
E.O.- Para la construcción de la biblioteca fue necesario contar con más camiones de transporte y, aun así, el estudio que se ha efectuado de huella de carbono llegaba al triple de la absorción de CO2 respecto a la energía que hemos consumido durante la construcción del edificio. Por eso, pese al impacto que pueda ejercer, recurrir al empleo de la madera sigue compensando.
A esto contribuye también el hecho de que el tiempo de prefabricación del material es más prolongado que el del armado del edificio.
E.O.- Exacto. De alguna manera es como construir un puzle. Las piezas deben venir correctamente ordenadas en los camiones. Es preciso estudiar muy a fondo el despiece de ese puzle y su ensamblaje y todo ese proceso es muy largo; sin embargo, el ensamblaje posterior en obra es muy breve. Los plazos se acortan muchísimo.
Este aspecto supone que las constructoras en España deban plantearse algunos cambios en su manera de trabajar, ya que no estamos acostumbrados a un montaje tan rápido de la estructura y que inmediatamente deban entrar los otros oficios. Que los tiempos de ejecución de la obra sean distintos obliga a una adaptación a los agentes habituales implicados en la construcción.
La madera está en vuestros proyectos en crudo, a la vista.
G.S.- Es para poder aprovechar al máximo todas sus cualidades visuales, hápticas, lumínicas…
E.O.- Yo quisiera volver a insistir en el color de la luz, que me parece una cualidad importantísima. Una de las particulares riquezas de la Biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona es justamente el color de la luz y la calidez que confiere a los espacios.
G.S.- E hidrotérmicas, como antes apuntamos, algo que podríamos comparar a la diferencia entre llevar puesta una camiseta de algodón o un chubasquero.
E.O.- Hay que apuntar que dejar la madera vista resulta algo más caro. Se tiende a usar como elemento estructural y después ocultarla. Es una opción posible, pero que a nosotros en particular no nos ha resultado tan interesante, dado que, ya que trabajamos con madera, nos gusta expresarla.
G.S.- Otra cualidad es su baja efusividad térmica, que es la razón porque las cabañas escandinavas están hechas en este material. El efecto de pared fría o caliente no ocurre; por lo tanto, cuando estás rodeado de madera no tienes esa marcada impresión de intercambio de energía que sí generan otros materiales.
Por toda esta suma de factores, cuando trabajamos en una estructura de madera, nos obligamos a dejarla vista. Esto es algo que implica mucho ingenio en muchos casos, ya que dejar la estructura vista supone amenazas de puentes térmicos, desajustes acústicos, problemas para el paso de instalaciones, una coordinación muy intensa en obra…Es mucho más exigente, pero sin duda acaba mereciendo la pena.
La Biblioteca Gabriel García Márquez, situada en el distrito barcelonés de Sant Martí, es un edificio muy interesante por muchas más razones además de ese uso de la madera. Su planteamiento morfológico, la calidad de su espacio interior y la redefinición del concepto de la biblioteca a través de su programa de uso son rasgos que hacen de él un proyecto sobresaliente. ¿El proyecto arranca desde la decisión de usar la madera?
E.O.- Sí. La madera fue una apuesta clarísima desde el principio en este proyecto.
G.S.- Lo cual acabó jugando a nuestro favor, ya que entre los miembros del jurado y del gobierno municipal había un particular interés en promover la construcción de edificios en madera. Veníamos de haber realizado otras propuestas de bibliotecas en este material. La opción de construir en madera fue una de las razones que hicieron nuestra propuesta la escogida pero, como dices, en el edificio hay otras dimensiones que son anteriores a la elección del material de la estructura. Además de las que has señalado, en lo que concierne a su implantación urbana plantea un ejercicio bastante singular respecto a la configuración de la volumetría con la arcada, el chaflán.
Está ubicada en una manzana algo atípica. No es la tradicional manzana del Eixample barcelonés, sino otra más compleja. Pese a esa dificultad, lográis resolver fluidamente la implantación del edificio y contribuir a una mejora notable en la calidad del espacio público que lo circunda.
G.S.- En efecto, no es la clásica manzana del Eixample, con su chaflán. Hay dos edificios próximos que planteaban una relación algo arisca y la arcada del eje de la calle Consell de Cent que conecta con los equipamientos.
La forma en que va configurándose la volumetría para responder a todos esos condicionamientos y abriendo huecos, como el del chaflán, que crea delante una plaza, y otros huecos con los distintos puntos.
La parcela tiene forma ortogonal, pero todo el interior está atravesado por un eje oblicuo, 45º norte-sur, que permite que busquemos la mejor iluminación posible y evitar la confrontación con el edificio de la comisaria que se encuentra enfrente, dando como resultado final un espacio interior bastante complejo en cuanto a todas esas relaciones que se establecen, pero manteniendo una cierta unidad, que era el principal desafío que se nos presentaba: lograr un edificio unitario y orgánico.
La envolvente ayuda también a dar al edificio un carácter unitario en el exterior y le confiere continuidad en el interior. Trabajábamos con esa idea conceptual del bloque de libros apilados, procurando que cada bloque fuera capaz de funcionar autónomamente, pero a la vez también aludiera a un todo. Una relación orgánica casi en términos filosóficos de que la parte y el todo estuvieran íntimamente ligados.
Asumíais también el reto de proponer una definición de lo que debe ser una biblioteca pública en el siglo XXI, donde el libro sigue teniendo protagonismo, pero junto a otros materiales culturales. Teníais también muy presente el carácter de equipamiento de barrio que tendría el edificio, lo que lo convertiría en un lugar de encuentro, de socialización: una especie de sala de estar compartida.
E.O.- Esta redefinición programática comenzó a plantearse durante la elaboración del proyecto básico. En una de las primeras reuniones que mantuvimos con los bibliotecarios, estos nos dijeron que estaban pensando en redefinir el programa y estaban estudiando cómo llevarlo a cabo. Puede decirse que nos ofrecieron la mano y nos tomamos el brazo, porque emprendimos una investigación a fondo.
G.S.- Una investigación que tenía su origen en el trabajo que habíamos desarrollado para el proyecto de la Biblioteca Central de Helsiniki, concurso en el que quedamos finalistas. Es decir, veníamos muy influidos por ese estudio de los modelos nórdicos. Trabajando codo con codo junto a Biblioteques de Barcelona, aquello que eran intuiciones y experiencias se convirtió en algo mucho más consistente. Gran parte de todas las propuestas programáticas que hicimos se han incorporado a esta biblioteca. Ese estrecho trabajo con Biblioteques de Barcelona ha sido una de las grandes satisfacciones que ha brindado este proyecto.
E.O.- Su energía ha sido absolutamente decisiva para llevar adelante toda la renovación que este proyecto proponía.
G.S.- El cambio de paradigma, digamos, que hace que la biblioteca deje de constituir esa especie de templo del conocimiento, con espacios neutros y libres de cualquier tipo de controversia, para pasar a convertirse en un lugar que debe competir con otras infraestructuras que ofrecen servicios muy similares: desde Google Books a Amazon, pasando por la cafetería del barrio, Facebook, las zonas donde los vecinos se sientan al fresco y comparten conversaciones…
Aquí, la propuesta más importante de la biblioteca es la colección de espacios que ofrece, que poseen una intensidad única y que constituyen el elemento que, en gran medida, atrae al público.
En la descripción del proyecto dais mucha importancia al término “ecosistemas”.
G.S.- Sí, porque hay que entenderlo todo como conjunto: la arquitectura con el personal bibliotecario, la colección de medios que ofrece, las condiciones de estancia y uso que brinda para que los usuarios estén tanto o más cómodos que en casa y encuentren a su disposición un rango de situaciones diversas para que allí adentro puedan tener lugar las mismas cosas que fuera de ella y lo hagan de una manera insustituible. Es decir, que una persona acuda a esa biblioteca porque vale la pena y porque no va a encontrar en ningún otro lugar lo mismo que allí se le ofrece.
Ese es de hecho el desafío al que hoy se enfrenta cualquier arquitectura pública: plantearse qué debe ofrecer a los ciudadanos.
¿Han percibido los usuarios de la biblioteca ese cambio que esta les propone?
E.O.- Estamos verdaderamente contentos por la buena aceptación que ha tenido. Hay vecinas que nos han dicho: “Lo cierto es que no quiero salir de aquí. Me encuentro aquí mucho más a gusto que en mi casa”. Escuchar eso supone una satisfacción enorme, el mayor logro. Otra vecina exclamó: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.
La biblioteca se encuentra en un barrio algo olvidado, que carece de grandes infraestructuras. La asociación de vecinos llevaba tiempo luchando por la construcción de un edificio que tuviera un papel simbólico, que confiriera algo más de carácter al barrio. Parecen estar muy contentos con él y le han dado una muy buena acogida. Por otro lado, hay voces que han criticado la posible gentrificación que el edificio pueda traer consigo, pero lo cierto es que han predominado las opiniones positivas.
G.S.- Este tipo de equipamientos tiene una dimensión política y nosotros somos unos agentes que se encuentran en medio. Existe esa idea de que las bibliotecas son catedrales civiles, palacios del pueblo, y, como en este caso se demuestra, si se las dota de los recursos adecuados, como hemos tenido la suerte de que suceda aquí, el resultado es, en consecuencia, muy bien recibido.
E.O.- Algo que personalmente me gusta muchísimo es el intercambio intergeneracional que está sucediendo en ella. Es un barrio donde reside mucha gente mayor que va a la biblioteca, y también es un edificio que ha gustado mucho a la población joven.
La biblioteca tiene muchos rincones y uno podría haber esperado que los jóvenes tendieran a utilizar unos y la gente grande otros. Sin embargo, lo que está ocurriendo es que niños, mayores y jóvenes están utilizando a la vez los mismos espacios. Cada segmento de este recorrido de edades está encontrando ahí un lugar donde sentirse a gusto.
G.S.- Nuestra energía fue puesta en lograr que, tanto dentro como fuera, el edificio cada vez fuera capaz de aportar más y más cosas a los usuarios y vecinos. Es por eso muy grato ver cómo cada persona encuentra en él su sitio.
El edificio de viviendas OUR SHELVES HOUSES en Madrid es un proyecto que se ha planteado en régimen de cooperativa y que refleja la posibilidad de promover la construcción a través de lo que cabe entender como una situación de auto-encargo. Estáis siendo vuestros propios promotores.
G.S.- Llevábamos tiempo hablando con familiares y amigos sobre la posibilidad de hacer una promoción en cooperativa con el embrión de un proyecto que habíamos empezado a desarrollar tiempo atrás, pero que se quedó en el tintero.
Nos planteamos recuperar ese proyecto y tirarlo adelante con ese empuje que nos brindaban amigos y familiares. Buscamos un lugar dentro del cual dicho proyecto tuviera sentido y nos pusimos en marcha.
Efectivamente, hemos dado la vuelta a esa situación habitual en la que unos arquitectos abren un estudio y esperan a que un cliente llame a la puerta. Como eso no ocurre, entonces el arquitecto debe salir a crear las condiciones en las que un proyecto tenga sentido y ofrezca algo que aporte una dimensión adicional a la que el mercado convencionalmente ofrece.
Así, tras muchos años de esfuerzos, idas y venidas, riesgos, crisis…hemos conseguido culminar la construcción del edificio donde ahora se encuentran nuestra vivienda y estudio y también viven ya el resto de cooperativistas.
Una vez más habéis construido en madera. ¿También fue una decisión clara desde el inicio?
E.O.- Cuando arrancamos el proyecto vivíamos en nuestra primera casa-estudio, el primer proyecto que construimos en madera, y que nos sirvió de algún modo como show-room para explicar a los cooperativistas qué planteábamos. De hecho, ellos ya conocían desde el principio nuestra intención de construir con madera y sabían de sus ventajas.
G.S.- Este es un tema interesante, ya que aquí la arquitectura actuó como una especie filtro. Publicamos en Idealista un anuncio para conseguir más socios para la cooperativa y a este respondió gente muy consciente de qué suponía esta arquitectura, el coste económico que implicaría, además del hecho de que se trataba de un emprendimiento en régimen de cooperativa, con todo lo que ello representa y exige. De este modo acabamos reuniéndonos un grupo de gente bastante particular y, pese a que ha podido haber dificultades durante el periodo de construcción, ahora mismo hay una buena convivencia.
Regresando a ese concepto de arquitectura ecosistémica del que antes hablábamos vemos cómo aquí, de nuevo, la arquitectura y los habitantes forman un todo unido. Antes, el cliente venía dado y la respuesta era una respuesta a ese cliente, pero a veces el proceso puede invertirse, ofreciendo la arquitectura para que aparezcan los clientes interesados en ella.
E.O.- Hubo un proceso muy dilatado de diseño individualizado en el que cada familia fue muy partícipe de la construcción de su casa. Cada una está diseñada de manera específica. Ninguna familia tiene una vivienda igual a la de otra. Esto es algo que intensifica el vínculo que las familias tienen con su vivienda.
Es una toma de acción valiente emprender esta inversión de las reglas. Dejar de esperar la llamada de un cliente para adoptar un papel completamente activo.
G.S.- Veníamos de hacer proyectos, como reformas y promociones, actuando como gestores, project managers, contratistas… Todo esto nos aportó una experiencia considerable. Éramos conscientes de que las arquitecturas que nos interesaba construir exigían remangarse y adquirir roles que iban más allá del de arquitecto exclusivamente.
Convertirnos en promotores fue un paso más. Un paso más largo y que nos obligó a buscar el capital para financiar ese proyectoy durante el que hemos acabado adquiriendo conocimiento de conceptos financieros, jurídicos…Toda una formación que no se ofrece en la escuela, pero que es imprescindible para que pueda materializarse y sostenerse la arquitectura en la que crees.
¿La autogestión del proyecto y la construcción en madera son los ámbitos en los que tenéis previsto seguir avanzando?
G.S.- Estamos ahora mismo embarcados en el proyecto de un centro de investigación de la madera.
E.O.- Queremos seguir investigando y trabajando con la madera y toda la tecnología que hay tras ella, por eso estamos tratando de llevar adelante dicho proyecto.
G.S.- Hay mucho trabajo por hacer, ya que desafortunadamente en la escuela de arquitectura sigue habiendo algunos prejuicios respecto a la construcción en madera. Por otro lado, se trata también de una tecnología relativamente reciente, con lo cual las posibilidades a descubrir son muchas. El grado de industrialización al que podríamos llegar es altísimo si se lo compara con cualquier otra industria material. Hay muchísimo potencial de innovación en el ámbito de las tipologías, de las soluciones estructurales… E, igualmente, la implantación en el sector tiene aún por avanzar. Trabajar en todo esto es el objetivo de este proyecto que ahora mismo tenemos en marcha.
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