Anupama Kundoo es una arquitecta global que aboga por un enfoque de “todo el planeta” para las prácticas de vivienda. Nacida en Pune, India, Kundoo comenzó su carrera como arquitecta en 1990 con un fuerte interés en la reducción del impacto ambiental de las tecnologías de construcción y un notable compromiso con el desarrollo sostenible.

En lugar de centrarse en las grandes formas arquitectónicas, Kundoo se ha sumergido en el detalle de cómo se construyen las estructuras; proponiendo soluciones que proporcionan beneficios socioeconómicos al área local a través de un planteamiento contextual de la sostenibilidad.

Kundoo ha construido extensamente en la India y ha tenido la experiencia de trabajar, investigar y enseñar en una variedad de contextos culturales en todo el mundo: TU Berlin, AA School of Architecture London, Parsons New School of Design en Nueva York, University of Queensland en Brisbane (Australia), IUAV de Venecia, ETSAB de Barcelona y UCJC de Madrid. En 2013 recibió una mención honorífica en el Premio Internacional ArcVision para Mujeres en la Arquitectura, por su dedicación al problema de la asequibilidad de la construcción y la sostenibilidad en todos los aspectos.

Charlamos con ella en nuestra compilación de especialistas 30 Visiones de la Sostenibilidad sobre su visión del impacto social y ambiental de la edificación, los rasgos de la arquitectura del futuro y la importancia del “conocimiento” en el contexto del progreso y la prosperidad.

La arquitectura tradicional anterior a la era industrial estaba intuitivamente en sintonía con la sostenibilidad. ¿Qué puede aportar esta sabiduría tradicional a la arquitectura del futuro?

La arquitectura tradicional no pertenece a un momento concreto de la historia, sino que fue una lenta evolución del conocimiento y de las habilidades acumuladas por la sociedad humana. Partiendo de los descubrimientos desarrollados con los materiales y espacios que necesitaba para diversas actividades; además de proporcionar bienestar y confort mediante los recursos disponibles.

En este sentido, nos encontramos en un momento en el que esta evolución y los estándares de diseño eficiente e inteligente ya han alcanzado un alto nivel: los materiales y las habilidades consiguen mucho con muy poco. La arquitectura del futuro será más rica si continúa teniendo en cuenta lo que ya se ha logrado, en vez de pensar que el presente o el futuro comienzan de cero.

Los nuevos desarrollos de la investigación y las últimas tecnologías deberían usarse, idealmente, para llevar los logros pasados a mayores cotas de éxito y no simplemente para satisfacer caprichos o frivolidades. En el marco de una realidad con cada vez más preocupaciones ambientales, sociales y económicas. Esto no necesariamente frenará la expresión artística. Al contrario: debe producir soluciones y situaciones más imaginativas.

¿Cree que sería interesante volver a las culturas y contextos locales para conseguir una renovación positiva?

Yo no lo expresaría como ‘volver’, sino más bien como una apertura de la perspectiva y la visión del presente (y del futuro); como una continuidad. Tenemos que mirar hacia delante sin olvidarnos de las consecuencias de las decisiones del pasado, que ahora podemos ver más claramente. El futuro puede ser más prometedor si usamos los avances tecnológicos para lograr más con menos recursos. Hoy el mundo tiene una población mucho mayor que durante el apogeo del estilo internacional del siglo XX, y el consumo de recursos per cápita entre los privilegiados es también ahora mucho más alto. Es probable que los estándares del pasado ya no sean suficientes. Actualmente necesitamos dar un gran salto en la innovación para lograr una idea futura de urbanismo que no sea a costa de una mayor destrucción ambiental.

La dimensión social de la arquitectura es otro factor fundamental. ¿Qué tiene que cambiar en la arquitectura para que pueda cubrir las necesidades de toda la población de forma sostenible?

Las soluciones asequibles son la clave. La investigación y la innovación se necesita para generar opciones que ofrezcan buenos resultados ambientales, pero también enfoques beneficiosos de construcción desde el punto de vista socioeconómico; que sean inclusivos y que permitan la participación de la gente si eso propicia que la vivienda sea más accesible para todo el mundo.

Las innovaciones son un requerimiento urgente para tener tecnologías constructivas más asequibles. Cuando se habla del futuro muchos piensan en diseños muy vistosos y se centran solo en la apariencia de los edificios. Pero quizá la clave para una arquitectura más sostenible se halla en el proceso de construcción que a veces pasa desapercibido.

Los valores más profundos de una buena práctica de construcción no tienen porqué ser menos atractivos estéticamente. Los diseños llamativos pueden ser originales y sugerentes cuando aparecen por primera vez, pero las modas y los estilos son siempre una fase temporal que pasa rápido. Luego tenemos la belleza atemporal, que es eterna.

No veo ninguna contradicción en usar materiales y técnicas benignos para lograr una buena arquitectura contemporánea. Pensar que la arquitectura basada en modas insostenibles implica necesariamente una vuelta nostálgica al pasado es una leyenda urbana. Es más bien una arquitectura que sigue imaginando un futuro mejor, consciente de las locuras del pasado y del presente, y que tiene en mente los beneficios a largo plazo en vez de las reacciones impulsivas a corto plazo.

¿Deberían los arquitectos pensar más sobre el fin de vida de los edificios para rebajar el impacto de la deconstrucción en el medio ambiente? ¿Cómo pueden mejorar las prácticas actuales?

La única manera de avanzar es a través del conocimiento. Hay que aprovechar el conocimiento y la sabiduría colectiva a lo largo de la historia. Las prácticas actuales pueden mejorar si se dedica tiempo a reflexionar y a entender la nueva situación global mediante la investigación presente y pasada en campos relacionados.

¿Realmente pueden los ciudadanos participar en el diseño de los edificios?

Si las soluciones no son asequibles para el grueso de la población, seguiremos perpetuando la creciente tendencia a un gran desajuste entre los salarios y los alquileres; donde la gente con empleos de jornada completa no puede permitirse una vivienda.

Dice el dicho que la fuerza de una cadena está en su eslabón más débil. Si queremos mejorar la fortaleza de la cadena tenemos que reforzar sus puntos más débiles: en caso contrario, será ahí donde fallará el sistema.

¿Qué opina de tendencias como el “internet de las cosas” y las Smart Cities en relación con la arquitectura? ¿Cree que en los próximos años veremos edificios que generen más energía que la que consumen?

En muchas partes del mundo seguimos teniendo una desigualdad social inaceptable y unas claras diferencias en calidad de vida y acceso a los servicios básicos. Los avances tecnológicos tienen sus ventajas, pero no podemos esperar que lo resuelvan todo. Existen otras áreas que necesitan progresar y que estamos dejando de lado.

Es imprescindible que, junto a esta carrera tecnológica de locos, también atendamos esas necesidades. A menos que consigamos una sociedad relativamente igualitaria con acceso a electricidad, sanidad, saneamiento y educación para todos los habitantes del planeta, las tecnologías digitales solamente seguirán empoderando a los ya privilegiados.

Debemos preocuparnos por una sociedad inteligente, no solo por las Smart Cities y los edificios inteligentes, ni por si los objetos y los artilugios son más listos que nosotros. Con esto quiero decir que la educación debe definirse de manera que incluya la inteligencia y no solo el acceso a la información: que nosotros como sociedad podamos, al menos, distinguir entre lo que es esencial y lo que es superficial, cosa que ahora no ocurre.

El progreso se logrará si la educación puede conseguir una sociedad en la que sepamos al menos tanto como nuestros ancestros, cosa que tampoco sucede ahora necesariamente. Hoy en día la gente sabe cómo usar un montón de artilugios, pero puede no ser capaz de resolver problemas y mejorar su vida directamente. Por ejemplo, los estudiantes actuales de arquitectura no saben mucho sobre el diseño adecuado al clima, la física de edificios, el diseño estructural o incluso la geometría básica…

Todo esto no me lleva a pensar que nos hacemos más inteligentes. Más bien me da la impresión de que solo los artilugios saben cómo regular los edificios y nosotros somos entes pasivos. Ya no tenemos ni idea de los principios básicos y nos limitamos a confiar en artilugios que hemos aprendido a manejar de manera pasiva.

Los avances tecnológicos están muy bien, pero volvernos pasivos y dejar de pensar por nosotros mismos es una de las tendencias peligrosas de nuestro tiempo. Y de eso no puede salir nada bueno.

Por último, me gustaría pedirle que imaginara la arquitectura de la década del 2050. ¿Cuáles serán las ideas y características más importantes que darán forma a los edificios de mediados del siglo XXI?

Espero que la arquitectura de la década del 2050 sea más eficiente, que aproveche tanto los avances tecnológicos como los logros pasados para ofrecer una mayor calidad de vida con muchos menos recursos. Espero que el marcado y creciente contraste en el urbanismo entre los barrios pobres y los rascacielos sea cosa del pasado. Espero que el desarrollo implique a todas las personas y no sea a costa de la degradación ambiental a la que nos hemos acostumbrado.